19 de septiembre de 1985, México fue sacudido por un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter

En México, durante el lapso de las 10 semanas posteriores al sismo de 1985, en personas que se encontraban en albergues 28% presentó TEPT, 54% oleadas de miedo, 18% trastorno de ansiedad generalizada y 14% estados depresivos.

Se reportó también una alta frecuencia de agitación, temblor, dificultad para concentrarse y trastornos del sueño (insomnio y pesadillas relacionadas con las escenas recién vividas).

A medida que transcurrían las semanas se presentaron otras manifestaciones psicológicas, que consistían fundamentalmente en estados de desilusión, apatía e incertidumbre ante el futuro, así como reacciones de culpa y de cólera.

Aun cuando durante las primeras semanas después del sismo del 19 de septiembre de 2017 se llevaron a cabo estrategias para dar atención a personas en crisis, los esfuerzos deben continuarse e incluir a todos los sectores de la población, más allá de las instituciones de salud mental, a las escuelas, las comunidades, etc.

En un estudio de la OMS llevado a cabo en 21 países, más del 10% de los encuestados declararon que habían sido testigos de actos de violencia (21,8%) o habían sufrido violencia interpersonal (18,8%), accidentes (17,7%), exposición a conflictos bélicos (16,2%) o eventos traumáticos relacionados con seres queridos (12,5%). Se estima en el estudio que un 3,6% de la población mundial ha sufrido un trastorno de estrés postraumático (TEPT) en el último año (OMS, 2013).

El TEPT se caracteriza por un miedo intenso y persistente al estímulo relacionado con el trauma (en este caso, el terremoto). Se presentan rememoraciones constantes del evento traumático, pesadillas, problemas de sueño y dificultad para concentrarse. Por lo tanto, las personas con este trastorno tienden a evitar cualquier situación que les evoque un recuerdo relacionado con el trauma y se mantienen en un constante estado de hipervigilancia.

Factores de vulnerabilidad:

Factores sociales: aislamiento social, problemas familiares o de pareja y dificultades económicas o laborales.
Factores del propio evento traumático: el Trastorno de Estrés Postraumático es más probable, grave o duradero cuando el agente estresante es realizado por otro ser humano (p.ej., tortura, violación, violencia familiar, terrorismo). La probabilidad de desarrollar Trastorno de Estrés Postraumático aumenta cuando se incrementan la intensidad, duración o frecuencia del agente estresante y cuando este es experimentado directamente en vez de simplemente observado o transmitido.
Factores biológicos: hipersensibilidad neurobiológica al estrés genéticamente determinada.
Factores psicológicos: los recursos personales previos de la persona, la experiencia de sucesos traumáticos anteriores, la percepción de incontrolabilidad tras el suceso, la intensidad en la percepción de amenaza, la valoración que se hace de las secuelas del trauma o la intensidad real de las secuelas, y los trastornos o desórdenes emocionales previos.

Reexperimentación del Trauma

  • Pesadillas Recurrentes: Los individuos con TEPT a menudo experimentan sueños angustiantes relacionados con el evento traumático. Estas pesadillas pueden ser tan vívidas que interfieren con la calidad del sueño y generan malestar emocional.
  • Recuerdos Involuntarios: Flashbacks y recuerdos intrusivos del evento traumático pueden surgir repentinamente, provocando reacciones fisiológicas y emocionales intensas. La persona puede sentir que está reviviendo el trauma, incluso cuando está en un entorno seguro.
  • Imágenes Intrusivas: Imágenes visuales del evento pueden imponerse a la conciencia de manera involuntaria, contribuyendo a la reexperimentación del trauma en situaciones cotidianas.

Evitación de Pensamientos y Recordatorios

Evitación Activa: Como estrategia para evitar el malestar asociado al trauma, las personas con TEPT tienden a esquivar activamente pensamientos y sentimientos relacionados con el evento traumático. Esto se extiende a evitar cualquier recordatorio externo que pueda desencadenar la reexperimentación.

Otros Síntomas Emocionales y Cognitivos

Estado de Ánimo
  1. Estado Emocional Negativo Persistente: Sentimientos intensos y persistentes como miedo, terror, culpa o vergüenza pueden prevalecer, contribuyendo al malestar emocional crónico.
  2. Pérdida de Interés y Distanciamiento Afectivo: La capacidad para disfrutar de actividades que antes resultaban placenteras disminuye. Además, se experimenta un distanciamiento afectivo hacia los demás, acompañado de una sensación de extrañeza.
  3. Sentimientos de Desesperanza: La carga emocional del TEPT a menudo lleva a la aparición de sentimientos de desesperanza, creando un desafío adicional para la recuperación.

Pensamiento

Creencias y Expectativas Negativas: Se desarrollan creencias negativas sobre uno mismo, los demás o el mundo en general, perpetuando patrones de pensamiento disfuncionales.

Dificultades para Concentrarse: La capacidad de concentración puede deteriorarse, afectando la productividad y la participación en actividades diarias.

Incapacidad para Recordar Aspectos Importantes: La memoria puede ser afectada, resultando en la incapacidad para recordar aspectos significativos del suceso traumático.

Alteraciones en el Estado de Alerta
  • Reacciones Desmedidas y Sobresalto: Respuestas de sobresalto exageradas ante estímulos que no representan una amenaza inminente.
  • Comportamientos Impulsivos: La activación del sistema nervioso puede dar lugar a comportamientos impulsivos y arrebatos de ira.
  • Trastornos del Sueño: Problemas para conciliar el sueño, pesadillas y despertares frecuentes contribuyen a la alteración del patrón de sueño.

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El TEPT tiende a ser crónico, impactando negativamente en la vida diaria y aumentando el riesgo de comorbilidades como la depresión y la ansiedad. El patrón de evitación y distanciamiento social contribuyen al deterioro social significativo asociado al TEPT.

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