16 de Agosto 
Un trastorno mental grave que afecta a aproximadamente 24 millones de personas en el mundo, es decir, a 1 de cada 300 personas. En México más de un millón de personas padece esquizofrenia.

Las personas con esquizofrenia son diagnosticadas entre los 16 y 30 años, tras su primer episodio de psicosis. Comenzar el tratamiento lo antes posible, tras este episodio es fundamental para su recuperación.

El objetivo de esta fecha es visibilizar la enfermedad, eliminar la estigmatización de las personas que la padecen y generar oportunidades de integración.
¿Qué es la esquizofrenia?

La esquizofrenia es un trastorno mental que se caracteriza por la percepción que tiene la persona de la realidad y sus cambios de comportamiento:
-Pérdida de contacto con la realidad (psicosis)
-Alucinaciones (por ejemplo, oír voces)
-Falsas creencias que se sostienen con firmeza (delirios)
-Alteraciones del pensamiento y de la conducta
-Reducción en la expresión emocional
-Disminución de la motivación
-Deterioro de la función mental (cognición)
-Problemas para desenvolverse en la vida cada día (trabajo, relaciones sociales y cuidado personal)
-Vivencia de influencias, control o pasividad
-Comportamiento muy desorganizado
-Síntomas negativos (limitación del habla, vivencia y expresión restringidas de las emociones, incapacidad de experimentar interés o placer)
-Retraimiento social
-Agitación extrema o ralentización de los movimiento o adopción de posturas extrañas
-Las personas que sufren esquizofrenia con frecuencia ven entorpecidas sus capacidades cognitivas o de pensamiento con frecuencia; por ejemplo, la memoria, la atención y la resolución de problemas.

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¿Cuáles son algunos factores de riesgo de la esquizofrenia?
Tener un miembro de la familia cercano que viva con esquizofrenia; por ejemplo, la madre, el padre, un hermano o una hermana.
-Que la madre haya experimentado determinados problemas durante el embarazo.
-Un familiar padece un trastorno similar a la esquizofrenia, como un trastorno delirante.
-Tener problemas con el alcohol u otras sustancias psicoactivas.
-Presentar una mayor activación del sistema inmunitario, como inflamación o una enfermedad autoinmunitaria.
-Presentar problemas con determinadas sustancias químicas que se producen de forma natural en el cerebro (neurotransmisores), sobre todo, dopamina y glutamato.

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